martes, 27 de febrero de 2018


RECREACIÓN A MODO DE AUTOBIOGRAFÍA
DEL DR. PLUTARCO NARANJO VARGAS, BASADA EN ANÉCDOTAS, RESEÑAS, NOTAS Y DOCUMENTOS DEJADOS A SUS HIJOS,
ALEXIS, ANA Y PLUTARCO NARANJO BANDA

        
Nací en 1921, en Ambato, en un hogar modesto y laborioso. Contaba mi madre que nací de pie y envuelto en la “bolsa de las aguas”. También contaba que apenas nací, mi padre corrió a que los periquitos de la feria tomaran en su pico uno de los papelitos adivinatorios de la jaula. El  papelito vaticinaba que el recién nacido viajaría por todo el mundo y sería un hombre de bien y de fama. No soy supersticioso, pero quizás nacer de pie y envuelto en la bolsa amniótica (que entonces se apreciaba como señal de excepción) más el vaticinio de los periquitos, condicionaron el cuidado y estímulo que mis padres me brindaron. Fui el penúltimo de seis hermanos.
        
Cursé estudios primarios en el Instituto Luis A. Martínez, los secundarios en el Colegio Bolívar de Ambato. En ambos niveles tuve la fortuna de contar con profesores que fueron primordialmente maestros de vida y de formación. Cuando cursaba el sexto grado, el profesor Amable Aráuz organizó un comité interescolar para publicar un periódico, El Escolar. Ver allí impreso mi primer artículo me entusiasmó. En el colegio, don Francisco Montalvo, sobrino nieto de Juan Montalvo, así como otros profesores, amén de compartirnos su admiración por el Cosmopolita, nos llevaban de visita a su mausoleo y biblioteca. Aquello me indujo, décadas después, a indagar sobre nuestro eximio prosista. El doctor Alonso Castillo, por su parte, despertó mi interés por la Química Orgánica e Inorgánica. El doctor Alfredo Paredes, en quinto curso, me nombró su asistente ad honorem, encargándome pasar a limpio textos sobre botánica que él había preparado. El mundo vegetal me embelesó. Pero, además, mi profesor me brindó otro estímulo, muy importante, pocos años después. El doctor Tarquino Toro Navas, que con colegas del colegio había fundado el diario ambateño Crónica, me llamó a participar en sus páginas y empecé con mucha entereza. Poco después, el doctor Castillo me aconsejó algo que tomé a pecho. “Joven –me dijo– usted debería escribir sobre ciencia, porque de política todos lo hacen”. Por entonces, yo soñaba con escribir mis artículos a máquina pero, sin recursos para su adquisición, armé un aparatito rudimentario de madera y allí practiqué el tecleo. La escasez de recursos me acicateaba: conseguí que el colegio me permitiera seguir los estudios de bachillerato paralelamente a los de contabilidad. Durante el último año trabajé como asistente contable en mi colegio y ahorré dinero. Al cabo, me compré una Olivetti y practiqué hasta teclear a velocidad. He escto así durante años, hasta cuando aparecieron los dictáfonos y conté con una secretaria que transcribía mis dictados. Ahora, habiendo disminuido con los años la flexibilidad de mis dedos, escribo a mano. Mi secretaria es la única que consigue descifrar mi “letra de médico”.
        
Descollaron tanto aquellos profesores de escuela y colegio, que mi primer gran deseo fue convertirme en profesor normalista. Mientras cursaba el sexto grado, un pariente me había ofrecido gestionar en Quito una beca para estudiar en el Normal Juan Montalvo. Al terminar la escuela, creí llegada mi oportunidad, sólo para enterarme que él había olvidado por completo su promesa. Seis años luego, varios hechos compensaron con creces aquella triste noticia. Considerando la calidad de mis maestros, me alentó sobremanera ser premiado como el mejor egresado del colegio y además contar con los títulos de Bachiller y de Perito Contador Comercial. Más aun, durante la fiesta de graduación, me declaré a quien había sido mi compañera de colegio, Enriqueta Banda. Para mi alborozo, ella aceptó mi declaración. Desde entonces, no nos hemos separado.
        
Para la siguiente etapa me radiqué en Quito. Ser médico era ya mi ferviente objetivo. Me alojé en una vieja pensión del centro de la ciudad. Por suerte, cuando la dueña supo que iba a estudiar medicina, me ofreció el uso de su exclusivo cuarto de baño, a cambio de ponerle regularmente unas inyecciones. Me salvé así de compartir el único baño restante con otros veinte pensionistas. La familia de Quetita (como cariñosamente llamábamos a mi prometida) también se trasladó a Quito para que ella y dos de sus hermanas continuaran estudios superiores. Mi futuro suegro me pidió llevarle la contabilidad en el negocio familiar, la reconocida camisería J. C. Banda.
        
Un comentario que redacté, a modo de examen, para el ingreso a la Universidad, fue acogido en las páginas del diario El Comercio. Así comencé a publicar artículos en uno de los principales diarios del país; en adelante, por décadas, he mantenido una columna semanal.
        
A poco de iniciados mis estudios, el doctor Paredes, que había sido elegido director del Instituto Botánico de la Universidad, me consiguió un nombramiento como ayudante del laboratorio botánico. Gracias a ello, pude encausar mis anhelos por indagar y conocer sobre bases objetivas, científicas. Empecé a hacer investigaciones sobre las plantas.
        
También me involucré en la vida política del país. Representé a mi provincia en varios congresos del Partido Socialista. En 1944 participé en la fundación de la Federación de Estudiantes Universitarios. En 1945, una asamblea de universitarios me encargó pedir la renuncia del presidente Velasco Ibarra, quien había traicionado las aspiraciones depositadas en él por amplios sectores populares. Conseguimos audiencia y, sin titubear, pedí su renuncia; no bien terminé mi intervención, él dio por concluida la cita.
        
Tras unos meses como ayudante de laboratorio fui ascendido a ayudante profesor de Botánica y Materia Médica, con 120 sucres mensuales de sueldo. Tenía además el ingreso como contador. Ya solvente, alquilé un apartamento y lo amoblé. Pedí entonces la mano de Quetita. Yo, que no era creyente, que desde tiempos de colegial me consideraba agnóstico, comprendí que no era el caso rechazar el matrimonio por la iglesia. Pero había un escollo: la confesión ante el cura. Entonces cometí un pecadillo. Pedí a un conocido que se confesara por mí y todo salió a pedir de boca.
        
Corría el año de 1947 cuando nació mi primogénito, Alexis. Aquel mismo año di a conocer mi primer libro, Las heladas y la necrosis fría de las plantas. Al investigar sobre la muerte de las plantas a causa de las heladas, advertí la importancia que el factor climático tiene en un país agrícola como el nuestro, asunto al que años después dedicaría artículos y un libro con investigaciones climatológicas.
        
En 1948 publiqué El sistema neurovegetativo, embriología, anatomía, fisiología, farmacología. También fui nombrado Director del Instituto Botánico. Allí fundé y dirigí la revista Ciencia y naturaleza. En aquel tiempo, llegaban del exterior noticias sobre el novedoso concepto de las alergias. Yo vi que se abría para mí un campo en el que podía conjugar tanto mi preparación en medicina como en botánica. Me propuse investigar las plantas alergógenas. Conseguí que la Facultad nos autorizara a mi esposa y a mí hacer la tesis doctoral sobre el tema. Examinamos los pólenes de Quito, determinamos el calendario polínico anual, la densidad de éstos y de hongos en la atmósfera de la ciudad. Publicamos la tesis titulándola Polinosis: estudio clínico y botánico. Fue el comienzo de mi dedicación a la alergología.
        
En 1949, mi esposa y yo nos recibimos de médicos, suceso que nos llenó de enorme alegría. Además, fui declarado el mejor egresado de mi promoción. También, fui elegido Secretario General del Partido Socialista. Dirigí el ideario, La doctrina socialista, en que colaboraron Juan Isaac Lovato, Bolívar Bolaños, Víctor Hugo Sánchez y Manuel Agustín Aguirre. Yo publiqué un opúsculo: El campesinado ecuatoriano y el Seguro Social Obligatorio.
        
Poco después, con mi libro sobre el sistema neurovegetativo, participé en un concurso para médicos jóvenes, evento promovido por los laboratorios LIFE, fundados no hacía mucho por la Asistencia Pública. Gané el primer premio y, sobre todo, fui contratado como investigador en Farmacología Experimental. Yo solicité y conseguí se me permitiera dedicar parte del día a mi consulta profesional, recién empezada, y unas horas a la cátedra universitaria, habiendo ya ascendido a Profesor Principal en la Facultad de Agronomía y Veterinaria. Pude pues cumplir con mi deseo inicial de ser maestro, solo que en otro nivel, acaso de mayor exigencia. Por sus propios méritos, mi esposa también ingresó a LIFE, y de entonces en adelante trabajamos juntos.
        
En los laboratorios, nuestras investigaciones nos permitieron formular medicamentos originales como el Hista-3, antihistamínico para tratar procesos alérgicos; la Gradualina, coloide que libera lentamente la penicilina, evitando numerosas y dolorosas inyecciones al día; el Graplasmoid, plasma sanguíneo artificial, que salvaba a quienes perdían sangre y no disponía de ella ni de plasma fresco para reemplazarla. Estos y otros medicamentos fueron tan exitosos terapéutica y comercialmente, que constituyeron más del 50 % de las exportaciones de la empresa, a quince países del orbe. Por lo demás, distinguidos médicos italianos que habían organizado LIFE, disfrutaban hablándome en italiano, lengua que considero entre las más bellas del mundo, y que aprendí con gusto.
        
En 1950 nació mi segunda hija, Anita. En 1952, preocupado por asuntos relativos a la salud y los derechos de los trabajadores, promoví y presidí el Primer Congreso de Afiliados a las Cajas de Previsión Social.
        
Un año después, la recién fundada Universidad del Valle, en Cali, Colombia, me pidió organizar la cátedra de Farmacología, y asesorar en el Departamento de Fisiología; a mi esposa le solicitaron dirigir las prácticas de laboratorio. Frisábamos los treinta años y, con muchísimo agrado, nos dedicamos a aquellas tareas. Pero nos impactaba el contraste entre la amabilidad y confianza de la gente, (adquirimos un auto y una casa sin que nos pidieran garantía alguna) y la violencia política del país. Era la época del tirano Rojas Pinilla y, pese a que mis colegas, luego de tres años de estadía, nos insistieron que continuáramos allí, ofreciéndonos condiciones inmejorables para ello, Quetita no pudo soportar la violencia ya ubicua en el país.
        
Retornamos pues a Quito. A poco, Colombia devaluó su moneda y tuve que vender con gran pérdida mi casa de Cali. En LIFE retomamos nuestras investigaciones y las divulgamos asiduamente en revistas especializadas nacionales y extranjeras. Yo comencé a editar la revista Medicina y Ciencias Biológicas, de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, atendía a un número cada vez mayor de pacientes aquejados de alergias y asma, dictaba clases en la Universidad Central, y me mantenía saludable con una vida activa y con mi deporte favorito, el tenis.
        
En 1956, gracias a una beca Fulbright hice un posgrado en Estados Unidos. Mi esposa me brindó su esforzado apoyo con las labores en casa y la crianza de mis tres hijos, habiendo nacido el último, Plutarco, poco antes de viajar. Corría el año 1957, los soviéticos estremecían a los norteamericanos al lanzar su primer sputnik, y se calentaba la guerra fría. Yo adquiría los conocimientos y técnicas de investigación más avanzados de entonces.
        
En 1958 regresamos al Ecuador y a LIFE. Yo reabrí mi consulta. Organizamos varios congresos médicos en el país, y también viajamos con frecuencia invitados a participar como expositores, o relatores, o bien para dirigir congresos científicos internacionales. Por aquellos años llamaron la atención los fenómenos de alteración de la conciencia inducidos por drogas psicoestimulantes. Estudiamos algunas de ellas, así como varias plantas psicotrópicas, mientras proseguíamos con otros experimentos farmacológicos. Hasta 1964 publiqué, solo o con mis colaboradores, más de un centenar de artículos científicos. También, en aquel año, fundé la cátedra de Farmacología en la Escuela de Medicina de la Universidad Central. Me satisfacía y gratificaba estimular en mi materia a los estudiantes. Entre los mejores, llamé a colaborar conmigo a Ruperto Escaleras y Edgar Samaniego, que tanto destacarían luego en la investigación y la docencia. 
        
En otro ámbito, el doctor Carlos Andrade Marín, director del Seguro Social, me había pedido dirigir el Departamento Médico de la institución. De 1963 a 1966, me empeñé en desarrollar la infraestructura hospitalaria, fortalecer financieramente a la institución, organizar un departamento de medicina preventiva. Iniciamos el pago de subsidios por enfermedad, la atención médica al niño de la mujer afiliada, mejoramos la prestación por maternidad, cubrimos riesgos de trabajo y enfermedades profesionales, e iniciamos un sustancial programa de becas para los médicos del Seguro, que en años sucesivos fueron a perfeccionar sus conocimientos en centros del exterior. Divulgué amplios informes de labores, y también mi Proyecto para la implantación del Seguro del campesinado.
        
Mediaba este período cuando publiqué Manual de Farmacosología: reacciones indeseables por drogas. Yo, que había dedicado tantos años a investigar los efectos positivos, terapéuticos, de los fármacos, ahora reunía, clasificaba y difundía indagaciones propias y ajenas (el Manual contiene 674 referencias bibliográficas) sobre las reacciones negativas, perniciosas, provocadas directa o indirectamente por los fármacos.
        
En 1969, publiqué Timo, inmunición y alergia, libro que dilucida los mecanismos de defensa de la integridad biológica, y reivindica al timo, órgano por entonces desdeñado, pero que es fundamental en la defensa del organismo, especialmente en el recién nacido.
        
También amplié mis indagaciones. De tiempo atrás, había advertido la interrelación profunda entre la medicina aborigen, sus plantas de uso terapéutico y mágico, las creencias y mitos originarios Conjugué mis investigaciones fitoquímicas sobre plantas psicoestimulantes con indagaciones más dilatadas en etnomedicina. Publiqué obras en que, diferenciando los efectos nefastos de las drogas adictivas, ya en boga por entonces, ponderaba los usos de las plantas con fines terapéuticos y mágicos por parte de nuestros aborígenes. Di a conocer Etnofarmacología de las plantas psicotrópicas de América (1969); Ayahuasca, religión y medicina (1970); Drogas psicotomiméticas y bioquímica de la mente (1970); y más obras.
        
Mi dedicación en este campo, no obstante, comportó un episodio de feroz ironía. Yo había conseguido, distinción excepcional para nuestro medio, que una institución norteamericana me otorgara, a nombre de la Facultad de Medicina de la Universidad Central, y con su visto bueno, un grant, una beca para investigar los psicotrópicos. ¡Y bastó aquello para que fuera acusado y tachado por haberme “vendido a los yanquis”!. El grant quedó en el limbo, y yo dejé la institución donde había enseñado por más de veinte años.
        
Muy lejos de suspender por ello mis investigaciones, decidí incluir en éstas otros aspectos de etnomedicina. En el siguiente lustro publiqué Mitos y tradiciones sobre la coca (1971); Alucinógenos del viejo mundo (1972); Plantas psiquedélicas en las viejas culturas de Asia y América (1976). También, con mis colaboradores, continuamos nuestras investigaciones sobre mecanismos inmunológicos, hipersensibilidad a fármacos y alimentos, alergias a los antibióticos, y más.  Pese a ello, en 1976, los laboratorios LIFE, que habían sido adquiridos por la Dow Chemical Company pocos años atrás, tuvieron a gala clausurar el departamento de investigaciones, volviendo a la empresa una suerte de maquiladora. Mis colaboradores y yo nos separamos definitivamente de la empresa.
        
Yo organicé en mi consulta un laboratorio de investigaciones y de producción de vacunas para las alergias. Con ello, pude disminuir significativamente los costos de los tratamientos a mis pacientes.
        
Además, al año siguiente, ante intensas exhortaciones de colegas y personeros universitarios, retorné a la Universidad Central como profesor de los Cursos de Post-Grado de Medicina.
        
Y asimismo, retomando temas que desde hacía mucho me habían cautivado, indagué sobre la vida, pensamiento y obra de Juan Montalvo, Eugenio Espejo, Manuela Sáenz, Pedro Leiva, José Mejía, entre otros insignes polígrafos, médicos, y héroes de nuestra historia. Sobre ellos, redacté numerosos libros y opúsculos. Hice un exhaustivo estudio bio-bibliográfico sobre Montalvo. En mi libro La I Internacional en Latinoamérica, saqué a luz el decisivo papel del Cosmopolita en difundir la Internacional y las ideas más avanzadas de entonces.
        
Con todo, hice un paréntesis en mis múltiples actividades, pues el canciller, doctor Jorge Salvador Lara, me pidió representar al país como Embajador ante la Unión Soviética, Polonia y la República Democrática Alemana. Fueron dos años en que me instruí en modalidades de la diplomacia gracias a la excelente asesoría del primer secretario Francisco Proaño, fomenté relaciones con representantes de la cultura local, respaldé en distintos menesteres a los estudiantes ecuatorianos allí residentes, confraternicé en las numerosas recepciones, asimilé lo que pude de la cultura y la lengua rusas, y disfruté de sus extraordinarios museos, espectáculos artísticos, parajes históricos y más. 
        
De regreso al país, profundicé mis indagaciones sobre medicina precolombina, tradicional y popular; hice investigaciones complementarias sobre alimentos y plantas alimenticias vernáculas, cocina aborigen y criolla. Sobre esto escribí libros que alcanzaron amplísima difusión. En ellos reivindicaba nuestros alimentos y cocina, ante la progresiva invasión de la comida chatarra. En 1983 publiqué Índice de la flora del Ecuador, en dos volúmenes, minuciosamente compilados y revisados por mi esposa. En otro campo, alarmado por el desastre biológico que padecían millones de nuestros niños a causa de la desnutrición crónica, formulé propuestas de soluciones en varios artículos periodísticos y libros.
          
En 1988 fui nombrado Ministro de Salud del gobierno del doctor Rodrigo Borja. Durante el cuatrienio, conseguí poner en práctica mis propuestas. Con otros ministerios, entregamos raciones diarias de desayuno a un vastísimo sector escolar. Bajo el Plan Nacional de Salud, elaborado al iniciar mi gestión, cambiamos el modelo de atención médica, que priorizaba los servicios hospitalarios, y dimos primacía a la prevención de enfermedades y la atención a poblaciones desprotegidas. Para auscultar personalmente las necesidades de salud, recorrí de punta a cabo el país. Bajo el Programa de Salud Familiar y Comunitaria, brigadas de médicos, enfermeras y dentistas acudieron asiduamente a millares de hogares del campo y la ciudad, brindando gratuitamente tratamiento terapéutico, cuidados para prevenir tempranamente las enfermedades y educación en salud. Rehabilitamos viejos hospitales y construimos nuevos. Llevamos la vacunación hasta remotos poblados del país. Ejecutamos obras indispensables de saneamiento en zonas rurales. Luchamos denodadamente contra endemias y epidemias.
        
Sentí que había cumplido con mi tarea cuando, en mérito a los avances alcanzados en salud pública, fui elegido Presidente del Comité Ejecutivo de la Organización Panamericana de la Salud, en 1988, y luego Presidente de la XLIII Asamblea Mundial de la Salud.          
        
En años posteriores, he dirigido el Área de Salud de la Universidad Andina Simón Bolívar, y he realizado largas indagaciones de historiografía médica. Entre otros escritos, he publicado: El Pensamiento Médico en  la Época Republicana (1989); Sífilis: otra enfermedad que nos llegó de Europa (l999); Historiografía Médica del Ecuador (1999).  
        
También, y para corresponder a altos y significativos nombramientos,  he buscado impulsar iniciativas en tanto que presidente de la Academia Ecuatoriana de Medicina; de la Asociación Latinoamericana de Academias de Medicina; así como de Director de la Academia Nacional de Historia del Ecuador; Miembro de Número de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, y Miembro Correspondiente de las Reales Academias de Historia y de la Lengua, de España. 
        
De los varios premios y galardones con que me han honrado, quiero destacar aquellos recibidos por mis obras científicas, la condecoración como “Héroe de la Salud Pública” por la Organización Mundial de la Salud y el Premio Nacional Eugenio Espejo.
       


domingo, 17 de mayo de 2015

AZAHAR



PARA UN DIBUJO DEL AZAHAR
por Juan José Rodríguez

El lugar

Hace diez años, en la desaparecida librería Buganvilla, encontré un ejemplar de Profanaciones en la antigua colección Metáfora de El Conejo. Leí algunos de esos versos y quedé impactado. Como es natural, compré ese libro. Su autor, Alexis Naranjo (Quito, 1947), es uno de nuestros poetas contemporáneos más importantes. Su poesía establece un diálogo fecundo con las tradiciones alquímicas, el barroco (en su vaciado y en su llenura) y las tradiciones filosóficas, religiosas y literarias del Asia. Inusitada en su generación y, en general, en el marco de la poesía ecuatoriana, la obra de Naranjo es una promesa de sentido entre tanta literatura midcult. Ahora, el poeta nos entrega su octavo libro. Azahar, flor epónima del autor si cabe, rastrea el significado de la memoria personal en la memoria del texto poético. La creación, siempre pensada en términos de objetualidad y concreción, ha sido siempre en nuestro autor, un ejercicio que lleva paisajes mentales (fruto de una construcción imaginística bellamente compleja) hacia el texto poético. Viaje autoral desde el mundo a la mente imaginante y, de allí, hacia el poema en cuyo trayecto se halla la realidad objetivable. En ese contexto, la memoria, instrumento o vehículo, aparece como el regreso al pasado mediante las imágenes. Cuando el viajero del tiempo en la novela de H. G. Wells, regresa con una flor como testimonio de su estadía en el más allá del tiempo, todo el futuro viaja con él o, al menos, la promesa (cumplida) en tiempo pasado de ese futuro. Azahar, es como cabe pensar, el viaje inverso (en verso) guiado por el anhelo de colocar otra vez la flor en su sitio. Travesía de reposición. Viaje imposible que sólo se hace no imposible en la escritura, en la prodigación verbosa de ese azahar, en esa flor epónima devenida verba poética.

La colina silenciosa

El poema occidental más asombroso sobre el mundo japonés antiguo es “Chomei en Toyama”, plagio o recreación del poeta Basil Bunting, a partir de un texto elaborado por el propio Chomei. Desde una choza, el poeta parece verlo todo con un aplicado detenimiento y una asombrosa sensibilidad ante el hechizo del mundo. Naranjo mira el mundo con una sensibilidad semejante. Sin embargo, su procedimiento siempre está embriagado de un encuentro con el cosmos como ámbito diferido (aunque no diferente) de la manifestación objetiva de las cosas: “las sucesiones/ la rotación de hipérboles en el aguahielo del cosmos/ gusano abisal”. La adjetivación sugiere un espacio psíquico que re(úne) la plenitud del cosmos y las pequeñas cosas. La botella de mezcal con su gusano como una suerte de imán de las ánimas es ejemplo de ese método del poeta. Si la primera sección del poemario parte de una evocación metapoética de acento místico, los siguientes poemas de dicha sección están asistidos por la memoria personal. Azahar, flor epónima de árbol homónimo del poeta. “Bodegón quiteño”, “Estratagema” o “Purgamenta” sitúan siempre una acción que la memoria personal hizo suya y que el poeta va lentamente descentrando mediante la eficacia sintáctica y el despliegue (barroco o, al menos, barroquizante) de los símbolos. Los restantes poemas del conjunto son dramatis personae de ciertos maestros asiáticos. Allí, la memoria personal —como recurso— parece restringirse al conocimiento y a la emoción sentida a partir de revisitar el legado de Chu fu Tze o Shitao. Sin embargo, estos textos son, como en “Ponto Euxino” de Profanaciones, paisajes mentales del poeta que, como Chomei, se sentó en una colina a mirar a Shitao, como recreación sensitiva de sí mismo

La casa paterna

Ideas en las cosas era el afán de la poesía de los imaginistas. Quizá ese era también el propósito que guiaba la poesía de Carrera Andrade o Jorge Guillén: luminosa, profunda y cordial. La imagen en estos poetas nunca aparece desgarrada por la emoción. Era, sospecho, la intención de retornar a la escucha del mundo antes que de la propia mente (y sus trampas). En ese chispazo donde mundo, mente y tiempo chocan aparece la memoria como eje virtual del yo. Así, la memoria revisitada mediante el lenguaje es el eje que conduce la segunda sección de este libro. Aunque hay diferencias poéticas fundamentales, esta parte de Azahar establece un afectuoso encuentro con poéticas asentadas en la concreción emotiva de un Eugenio Montejo o en la cotidiana apelación mnésica de un Carlos Eduardo Jaramillo. Así, el poeta debate con el tono más abiertamente simbólico de sus trabajos precedentes y dialoga con la poesía de la experiencia, aunque distanciándose siempre del anecdotario, como en “Atenuantes/ Agravantes”: «va para treinta y tres años/ que vi en un espejo de la casa paterna mi rostro de hoy día/ vi una lentísima cascada de música emanándose de mí». El yo poemático que se aprecia en este poema y en esta sección está siempre marcado por una textura emotiva. En realidad y en rigor, este yo poemático elige expresar ciertos escenarios biográficos que el poeta filma (escribiendo) para nosotros. Sin embargo, la persona poemática aparece escindida, aunque no roturada. Más bien, pliegue barroco del yo poético, pluralidad verbal para distintos hablantes, Naranjo siempre evita la fijación del sentido y nos deja viajar en sus versos como en el ya referido poema: «y luego me vi coronado rey mongol/ y también cortesana de harén/ y siglos después me vi monje lusitano de la compañía de jesús». Escindirse es promesa de propagación, necesidad de un espacio mayor que justifique la multiplicidad. Naranjo o la persona poemática que habita esta sección nombra los nombres de los suyos para, al firmarlos, afirmarlos en su casa-obra textual (que, como el poeta nos dice, también es la casa paterna).

Del paisaje asistente al centro germinativo.

Si el mundo exterior aparece, al menos para el hombre común como algo indiscutible, el yo es siempre un concepto (¿o lugar?) objetable. La tercera sección avanza justamente en esa dirección: del paisaje cordial y objetivo hacia las intrincadas manifestaciones del yo. Este viaje está permeado por la voluntad o necesidad de regresar al lugar donde ocurren realmente las cosas. Naranjo sabe que la realidad es un estado de la mente, pero también que la mirada es una forma de la luz. Por ello, poemas como “Aguaján” y “Parque de Bellavista” parten de una dimensión objetivada (acaso iluminada) por el propio autor (tal lugar, tal espacio físico) hacia una perspectiva escéptica del mismo espacio recreado: «era entonces y es aún domingo/ más aquel día no tenía principio ni fin/ era entonces y es aún domingo/ mas ahora pienso/ en qué o quién urdía aquellas temporadas de gloria/…/ sexagenario descreído evascente». Sin embargo, el mundo adquiere —mientras más acerca a la idea del yo— una dimensión paradójica, especular, anamorfótica. Derivas, cajas chinas o escaleras de Escher como en “Escher Print Gallery”: «tinta de mis pupilas/ aljibe de tahúr/ sierpe de moebius/ adán en bustrófedon». Oda al oxímoron, canción al mundo de los símbolos opuestos, este poema es ejemplo de esa verba, de esa sintaxis que deviene progresivamente más anfractuosa al acercarse a la noción de yo, de ipse. Ipsidad que rehúye llamarse identidad en un juego de escaleras armadas como suma de títulos de las obras propias: «Sacra o allende las cópulas de hierro/ Ámbar Negro o una voluta de hipertelia en el soplo primigenio/ Azahar o el soliliquio en flor que viene…». Voz del autor que se disemina como blancas flores de la citrus sinensis. Azahar es también azahar del árbol de Naranjo, del árbol de naranjo que no es sólo palabra de la emoción, sino varias páginas más en la secuencia de una obra magnífica.









AZAHAR

ALEXIS NARANJO









LA IMAGEN

sobre la montaña hay un árbol:
la imagen de la evolución
así el hombre noble alcanza y mantiene su virtud
haciendo bien a las costumbres del pueblo

i ching







I


me enseñaste las ciencias naturales
del árbol dadivoso y el árbol curandero

alabanza del ecuador

jorge carrera andrade



EXORDIO

I

vuélveme brizna señor
lugar sin nombre
espina de cardo
amasijo tórname señor
clausurada puerta
lacerante presencia
llaga vuélveme señor
intolerable afrenta
despiadado tormento
en todo ello tórname te suplico
mas no me vuelvas palabra
mas no me tornes poema


II

el reposo y el sueño
rehúsame señor
el frescor de la primavera
el árbol de mi estirpe
su fruto su aroma
las estrellas niégame señor
el aire el vino y el pan
rehúsame hogar patria y templo señor
albedrío y certeza
todo ello niégame te imploro
mas no rehúses mi palabra
mas no me niegues el poema



BODEGÓN QUITEÑO

miro el pan el vino las viandas y los frutos  
sumidos en la plenitud de su silencio
mientras resbalo en embustes
platicando a contrapelo
de las burbujas que rutilan en las copas
como las estrellas que allende las montañas 
pautan aquel cielo remoto en el abismo de mis ojos 
en tanto otro mutismo como un soplo
me lleva del lado quintaesencial e inasible
en que uno muda de piel 
y entre las falenas y ánimas y luciérnagas del jardín
revolotea al son del cántico hechizado
por la más honda
la más solitaria de las noches



ESTRATAGEMA

desdeñándome
la piedra de mi rival rasgó esta lira
giró bullendo en la cuenca de mis manos
y partió en un santiamén a tatuar las grupas de mi yegua
yegua que celosa y corcoveando
bajó del monte a relinchar en la alfarería
produciendo a fe mía relinchos tan verdes
que la piedra deshizo la vasija en cuyo vientre
yo había colocado foetes y herraduras y cinchas
mas no satisfecha la piedra abrió cajones y bargueños 
así como la reja de mi horno 
removiendo del fuego las calaveras de sal prieta
que yo preparaba para las fiestas del solsticio
y no contenta todavía
la piedra imantó esquirlas y púas 
antes de ir a romper mis lunas
abriéndome heridas azules en la frente
y obligándome a contemplarla
atenderla oírla venerarla siete años durante
lenta idolatría feraz
lento acto cerúleo de contrición no fementida
hasta dejarme con su pulpa tan jugosa y fragante
que ahora perfuma la mesa en que mi rival y yo
comulgamos desayunando pan de apio té de manzanilla
zumo de meteoritos y ciruelos
mientras mi yegua toda encandilada retoza en la piscina
con las calaveras de sal prieta
y los garrapiñados peces gato del solsticio



PURGAMENTA

sereno y sonriente
enrolló mi sombra
con una ramita de cerezo
y lanzándola al río susurró:
así la devuelvo al vasto purana

luego enrolló con la ramita
las nervaduras de mi nombre
y con ello bautizó esta piedra
que de golpe despertó 
de su remoto soñar de meteorito ateo

después tomó el mazapán del horno
con sus pinzas de mantis y de grillo
y desliendo en su lengua
mis elefantillos almendrados
los degustó con morosísima fruición
de sibarita impenitente

pero entonces la piedra tornó a soñar
y un viento desflecó la fronda
donde él se disponía a reposar
en tanto una sierva manumisa
le ungía sus pies pequeños y fuertes
con los óleos fulgentes de la noche

y fue entonces cuando él se lanzó
cual relámpago
sobre las rejas de mi celda

ahora no quedan ni rejas ni celdas
tampoco buitres ni gallinazos:
con todo y excrementos
él se llevó la carroña y los carroñeros
las asafétidas y los bubones
mientras la piedra me arrastraba de vuelta
hacia su sueño

y ya en el sueño más hondo
sereno
sonreí cuando desperté


COFRADES

las nubes blancas se asemejan al hombre que las contempla

su dongpo


con qué fino trazo
la tercera mano de dios prodiga
la flama de este candil
el acucioso tableteo de la lluvia
el croar en celo de las ranas
y las 60 metamorfosis
en los 100 años de ebriedad de los poetas

por ello
no asistiré esta noche a la casa de las analectas
sino que brindaré con
su dongpo y césar dávila andrade
por la alegría y el dolor
más antiguos de la tierra



MEZCAL 

bajas quemándome los desperdicios
las sucesiones
la rotación de hipérboles en el aguahielo del cosmos
gusano abisal
ángel del poeta en la noche de los tiempos
corazón coronado cuando vienes a mi encuentro
quemándome las 9 incrustaciones de mi antiquísima testa
cosiéndome esta envoltura de pencas y de alas
con la luz verdeazul de tu mágica oaxaca



 A PINCEL DESNUDO

según dicen, el pintor gu kaizhi alcanzó antaño la triple perfección. yo, por mi parte, alcanzo la triple locura: loco yo mismo, loco mi lenguaje y loca mi pintura. sin embargo, busco la vía para alcanzar la verdadera locura.

shitao


de piedra son tus olas shitao
son de agave y fermento de agave:
olas tras 120 lunas de abstinencia
tornándonos casi monjes
calabazas amargas
náufragos sobrevivientes
entre oleaje de ciruelos y venas de dragón
entre ideogramas de sésamo y de bieldos
entre gavillas de tinta enmarañada
y cataratas encrespadas
oh venerable pulsador del yin/yang
desvelando ninfas en montes de
aliento de tigre con tu pincel desnudo
lo mismo que al enroscar tus nubes con
mi corazón al júbilo ondeas al cabo
de 120 lunas de abstinencia
oh shitao entrañable maestro



FALTA DE FE

chu fu tze se adueñó del milagro

lo había apretado primero:
cristalinos ramales indultaron penas imperiales
9 alegrías se desgranaron como grandes membrillos y
hubo hurras y parabienes por la sonrosada
caricia que avanzó hasta los pálidos semblantes

chu fu tze vio entonces a su yerno pulir
la idea rezumante que le salía de la cofia
lo vio repartir biscochuelos recién horneados y
coser túnicas satinadas para aquellos 9
que purgaban abochornados su falta de fe
mientras la pajarita cucú del pabellón de las ánimas
recibía con fruición al ruiseñor de pekín

luego
chu fu tze trajo
a las 9 novias perdidas en los 9 distritos de la tierra
les abrió las 9 puertas de su casa
refrescó la mueca del erudito imperial que no entendía
lo ocurrido
y tras dar media vuelta a su hurto
arregló manojos impacientes del vergel
antes de bruñir sendos anillos de jade para los novios
y elevar la fiesta con luminosos aderezos cardinales
merced a la sencillísima técnica
de los columpios ladeados



GRADUS AD PARNASSUM

bien podía el apasionado mozart considerarte
autómata y charlatán muzio clementi
pero aquellas tus serenísimas volutas
qué bien nos valen ahora para remontar el desolado paisaje
hasta el sobrenatural pabellón de los cielos despejados







II


cada día el mismo árbol rodeado
de su verde familia rumorosa

nada nos pertenece

 jorge carrera andrade


ADVENIMIENTO

no ocurrió ayer como debía
pero hoy
—ahora mismo—
está en un tris de suceder
ya los temblores son visibles
hay un vaho de umbrales desgarrándose
un pantano de jadeos suspendidos
y todo llega al cabo de lunas meticulosamente contadas
y esplendores físicos que hubimos de admirar
ademanes principescos
andares de acróbata y flaminga
y aquella exigencia en alta noche
de frambuesas con néctar de violoncellos
o los intempestivos desbrozos gravitando desde adentro
o aquellos rumores que parecían provenir de
un más allá latente y secreto
y aunque no ha ocurrido todavía
muy pronto —ahora mismo—
en esta hora nona en que pasa un ángel
advertimos los espasmos
el fosforecer de las miradas
el sostenerse en vilo de los pálpitos
y se nos borran las parafernalias del rededor
y nos desgarra en carne propia el dolor de los vínculos
la abisal extrañeza de los vínculos
su vibración extrema por simpatía sagrada
su verterse desde el órgano soberano
el esparcirse de aquella luz tan densa vaporosa sobrenatural
y el grito y los alborozados sollozos y los llantos
devolviéndonos a lo
eviternamente perdido
a lo para siempre insondable



NONAGENARIO

yo era ya viejísimo cuando naciste
padre
de pie y enzurronado
yo era ya viejísimo
cuando holgabas al dormir erguido como ubérrimo naranjo
o cuando al tundirme me ponías en liza contigo y con el mundo
yo era ya viejísimo
cuando tus libros y tus personas al unísono
trabajaban imperturbables estableciendo
nomenclaturas y funciones
confluencias de plantas y alimentos sagrados
intersecciones de climas y esporas 
y yo te escuchaba batir nátem y salvia en una marmita
tasando la profundidad de sus esencias 
yo era ya viejísimo
cuando destilabas de tus botijas extraños logaritmos
de fármacos y vocablos
cuando volvías de mil y un viajes por légamos y pirámides
por selvas de polen y de mitos
y yo te miraba remontar las horas pedregosas con tus signos
zodiacales desplegando portulanos y rosas de viento
y soles y lunas antediluvianos
o cuando me llevabas de la mano por extenuantes meandros
—el debe y el haber el activo y el pasivo el suma y sigue—
cuando clareabas para degustar una copilla de vodka
y pasabas allende las fatigas
cuando te duplicabas
triplicabas
y cuadruplicabas
y uno se preguntaba qué hacía cada uno
de tus dobles o triples por su lado
pero el cansancio era para ti alegre alimento
agua canora la sed
secreto elíxir la enfermedad
yo era ya viejísimo
cuando de pura fatiga aumentabas cargas sobre tus espaldas
cuando sediento dabas de beber a tus orquídeas
cuando enfermo ofrecías salud a tus pacientes
yo era ya viejísimo
cuando vi por primera vez rodar lágrimas de tus ojos
y era que evocabas
cuánto debías al hada de tu hado
yo era ya viejísimo
cuando ella quiso unirse contigo para siempre



MATER POTESTAS

azaroso y feble piensa:
entrando como sol cinabrio en mi madre 
poema me vuelvo
hoja de seda
escalerilla de niebla
y piensa como azahar en armadura:
un indio con ojos de lince
 ha visto al crepúsculo saliendo de su vulva
y un shamán ha cocido su elíxir
y piensa en sus pezones de cereza
y en su corona que gorjea
y piensa en su bienandanza sin queja ni rebaba
y absorto en la madre sobre las grandes heridas
piensa renacer en la panoplia
como pez rápido de escamas
como tukano transparente
como coyote de espejismos
pues al soñar la madre
la seda urde de este libro
y sibilina responde al sol cinabrio

pero es que pienso renacer
armado de azahares
madre 
y salir de tu vientre
ya centella hidromiel del ánima
genitor gemido
pluma marina
linfa y clorofila  
abejorro en los zumbidos

pues acaso eras tú quien soñaba mis sueños
y tal vez el azahar era mi estilo de buscar
tu luz antiquísima recién parida
y tal vez tú
madre
traías la semilla más remota por un río sumergido
cruzando bosques y dunas a paso de osa y de loba
tal vez los inmaculados
ratones blancos sentían el latir de tu dignidad amorosa
al olisquearte con alegría en tu límpido laboratorio
pero era en tus manos
que me despertabas de tu sueño
para florecer sobre las grandes heridas
enseñándome a fortalecer la madera de mi árbol
y a pasar esponja por las máculas de mis libros
y ahora
flor en la armadura
pienso que te he visto reír madre
reír los géiseres y el firmamento y el fuego
reír légamos y vientos y lluvias
reír con el pájaro carpintero picoteando al saúco embriagado
reír temblores y simas
cataratas y peripecias
y te he visto nadar en las aguas del sueño que en mí soñabas 
constelando de regalos las canoas de los náufragos
y te he sentido
madre
en la medianoche longeva bruñir sedosa
hasta hacerlos relumbrar
los humeantes jarrones de los soñadores desdeñados



ELLA

quién sabe si me sigues o te sigo a todas partes
quién sabe si el ardor de los comienzos
es hoy este arder de silenciosa compañía
el vaivén de tus manos orfebres
en la paciencia de las hebras
con que vas cerrando mis heridas
que exhalan y no cesan

y qué atenta estás a que repose mi vista cansada e incierta
dimanando la claridad que tantas veces
mis ojos y el mundo me niegan
cuerpo que eres de luz recién lavada
sabiduría del fulgor arcano

quién sabe si me sigues o te sigo a todas partes
aleteo que eres al toque del alba
filigrana tu paso por el hogar
fino laberinto tu deambular por calles y senderos y playas
en pos de piedrecillas y cristales y conchas que canten
en tus manos diestras la canción
de las alianzas y las intercesiones

y quién hubiese adivinado que serías tú
leve y discreta
el cimiento hondo
el albergue seguro
el armazón más firme
al cabo de mis andanzas y malandanzas
y que tus límpidos ojos desde hace tanto
supieran ver más adentro y más lejos
en las rutas del amor y de los hijos



DESPEDIDA

parecían rojas las teclas del piano
arrojando corales y aspas
por ventiscas y escarpes
pero quizá no era el piano
sino la clepsidra pautando mis pasos por la sombra:
yo caminaba a escondidas del corazón batiente
pues sabía que cuando ellos partieran
ya no saldría el sol para nosotros
y de nada serviría regar con hidromiel
aquello que latiera solitario
en el hondón más terso de la casa

ellos
los báculos de mi alegría
partieron al fin
mas he aquí que el corazón
como iridiscente animalillo
salió de su hondón abrió sus alas
y aleteó noche tras noche 
distrayéndonos
apaciguándonos
aligerándonos
hasta que la clepsidra hizo fluir el agua
de vuelta hacia sus fuentes
y asperjamos rocío con las aspas
y conjuramos ventiscas y escarpes
y entonces vimos relumbrar corales y teclas
con el marfil intacto
de la sonrisa de nuestros ausentes



PARTE MILENA

orlé una sencilla corona de adioses
con pétalos que para mí
exhalaban tu lozanía toda
y ceñí en mis manos la luz que antaño
ofrecían tus vaticinios de pitonisa en ciernes
mas ahora he dado vuelta a tu sombra
canta tu sombra
doy otra vuelta a tu sombra
perfuma tu sombra
una vuelta más y ya tus párpados están
henchidos de otro sol
están de clavecines y dulzainas henchidos
tus caminos
henchidos están de tu irte
mis silencios



TALISMÁN

acabas de llegar silbas escuchas
tu pregunta es apenas oíble nadie responde
un ángel de jengibre una mariposa un son revolotean
en tanto subes las escaleras el epigrama
los nombres que ensalzas desde adentro
mas un cuchicheo zodiacal entre ecos tiembla
pide pétalos besos al sesgo
sílabas en escorzo
un alto silencio medicinal
ahora que has cambiado de vida y te apoyas
en dos tiempos —de sol a sol—mientras travesean
en la redoma los pececillos de antaño
y si bien si bien no profieres ni quejas ni reclamos te sostienes
en tu zozobra la acaparas en cada vuelco
en la remembranza de los bienamados
en conjurar sus aromas y alas y nimbos
en celebrar sus risas y travesuras y gritos
que vuelven ya libres de todo lastre
a retozar en la redoma de los versos



ATENUANTES/AGRAVANTES

vi a mi signo volverse un par de bellísimos querubes
vi a los shamanes aceptar mi ruego e integrarme en su vuelo hasta los dioses
vi a los dioses de la segunda y tercera región del más remoto cielo
y en la noche de casa blanca me transformé en término
y sentí retornar el fuego a mi ombligo y repartirse por mi cuerpo
entonces coroné el monte en tinieblas:
desde luego no estaba muy en mis cabales
desde luego había bebido el sagrado zumo de la ayahuasca

va para treinta y tres años
que vi en un espejo de la casa paterna mi rostro de hoy día
vi una lentísima cascada de música emanándose de mí
luego vi al trepa al meteco al zángano al afectado
apurando hasta las heces la vida y haciendo de las suyas en mí
insaciable como el ornamento de mis mentiras
veraz como la imagen que el espejo reflejaba
desde luego no estaba muy en mis cabales
desde luego una espora de ácido lisérgico eclosionaba en mí

y todavía mucho antes
una mañana mejicana en boca tortuga
vi haces de luz como paralelos y larguísimos hilos vibrantes
mientras me lanzaba precipicio abajo a salvar a unos desconocidos
cuyo vehículo se había volcado ante mis ojos
pero lo cierto es que por entonces
yo estaba perdidamente enamorado
desde luego yo era temerario y joven
desde luego yo buscaba a todas luces ser heroico

si bien
si bien veinte años más tarde
al nacer mi hijo vi la sala de partos inundarse
de una luz muy densa vaporosa sobrenatural
una luz que salía con mi hijo del útero de su madre
desde luego yo estaba abrumadoramente cuerdo
desde luego yo ya venía amando a mi hijo más que a mi propia vida

y todavía muchos años antes
en la noche más fosca de quito
vi un resplandor que duró interminables instantes
mientras presencias incorpóreas del más remoto mundo me pedían venia
para ingresar en mi mente en mis vivencias en mis gozos
y conocerme desde adentro y después prometían volver
desde luego yo bebía a la sazón como mis cofrades los poetas ebrios
desde luego lo mío era y no era un divino delirium tremens

si bien
si bien tantos años más tarde
y escandalosamente sobrio 
vi cómo se tejían y entretejían los avatares de mi vida
y en un lugar sin mancha del espíritu
vi flotar el espejo resplandeciente que nada refleja
y luego me vi coronado rey mongol
y también cortesana de harén
y siglos después me vi monje lusitano de la compañía de jesús
y asimismo vi salir de mi costado al tathagata
que era la fundamental y gloriosa salud del ser
y él sonreía radiante
desde luego yo ya era nada
yo ya era nada ni nadie
y en aquella disolución sin límites
no había ya ni atenuantes ni agravantes







III


nadie pregunte  por qué hay tantos árboles y pájaros
en esta cárcel

señas del parque sutro

jorge carrera andrade



AGUAJÁN

rozó mi frente una polilla hace un instante
dejándome polen de otra época
cuando corría a pleno pulmón y a campo traviesa 
sin pensar en qué o quién urdía
aquellas temporadas de epifanía
las algazaras en las eras enormes y amarillas
las flechas surcando por los frutales en flor
los escondites los duendes los nísperos las catas
las fichas zumbando hacia el sapo de bronce
don olegario de poncho y sombrero brindando
prez y aguardiente como el más viejo
el más jovial hechicero

era entonces y es aún domingo
vi y veo el mullido hondón de los nidos
las algas volando sobre el lecho del río torrentoso
el resplandor helado y diáfano de la piscina
y oí y oigo murmurar la leche recién ordeñada
la guerrilla del viento entre los sigses
los relinchos los ladridos los gritos 
el rumoroso atardecer bajo las frondas a la luz de una petromax
con el aire oliendo a majada y alfalfa y tierra
y la noche cóncava del troje con el rechinar de las cigarras
el vuelo de las polillas
y el acontecer de las sombras indestructibles

era entonces y es aún domingo
mas aquel día no tenía principio ni fin
era entonces y es aún domingo
mas ahora pienso
en qué o quién urdía aquellas temporadas de gloria

sexagenario descreído evanescente 
sé que es nada y nadie y azar y albur ilímite
y sin embargo sigo buscando
alguien y algo y razón y sino
ahora que una polilla ha dejado en mi frente
el dorado polen de aquel entonces



PARQUE DE BELLAVISTA

apenas nada que nombrar con sencillez y levedad

colina boscosa
luz matutina entre la fronda
mirlo que escapa a la enramada
brisa de eucaliptos aromosos
trinar de gorriones invisibles
niño y madre indios que pasan tomados de la mano
y a la vera del sendero
pequeñas flores amarillas y púrpuras

pero soterrada y no muy a lo lejos
la miasma
la industriosa miasma
la cacofonía urgente y sepulcral de tu ciudad



SIEGA

sé que vendrás por mí en cualquier momento
pero si llego a verte
qué dispersión de espigas habré de ver
qué desasimiento de amorosa fiebre
qué polen volando a la gloria del viento
y si llego a oírte
qué rumor de simientes habré de oír
qué solfear de granos nutriendo a los dioses famélicos
qué tañer de corolas por los solitarios transparentes
y si llego a sentirte
qué correr de resinas habré de sentir
qué savias resanando las raíces supliciadas
qué cálices y estambres y pecíolos
retornando a la madre tierra para restañarla 
con qué natural alegría
con qué entrañable tesón



NUÉES DU PRINCE

le jadis vole sous l’apparence d’un oiseau
mais l’oiseau est lui-meme le fossile d’un saurien dans le ciel

sordidissimes
pascal quignar


tal como el albatros de antaño
yo me postro a los pies que danzan  
aguas arriba por el río que me sigue



SERENDIPITY

hasard, from the arabic az-zahar, implies, like alea, dice—tractable randomness; fortuit is my black swan—the purely accidental and unforeseen.

the black swan
nassim nicholas taleb


azahar.
(del ár. hisp. azzahár, y este del ár. clás. zahr, flores).
1. m. flor blanca, y por antonom., la del naranjo, limonero y cidro.

drae


con el cuello intacto pasó el cisne
como diamante de lapidario: yo
debía preguntarme (y no me pregunté)
si me era útil su sombra emplumada
o equívoco su signo de joya de luto
pero pasó el cisne sin torcer el dilema
y desde entonces yo me ufano de aquel su níveo y negro azar
de aquel su níveo y negro azahar
mientras acecho mi fiesta postrera:
aligerado sin sombra ni pluma 
he de emerger alejarme remontar y al fin al fin
desaparecer con un heráldico despojamiento
de lápidas y liras  
mientras la noche vaya clareando la orden de mezclar
hasta su transparencia total
cisnes y signos
ocios y vértigos
heraldos y dilemas

                                              

DEL REGIO ALBUR

lui, naguère si beau, qu’il est comique et laid!

l’albatros
baudelaire


antes de proseguir
sin vituallas ni mapas
sin combustible fósil
ni instrumentos de navegación
enséñame oh príncipe del azur
a suspenderme de apenas nada
a surcar a solas la vastedad del horizonte
a alborozarme en silencio de la inclemente travesía
a jamás detenerme
al alcance de los hombres
y el sacrosanto escarnio
de sus garras y pedradas




ASIDERO

se dice que el camino a la iluminación es como un pájaro volando en el firmamento: no deja huellas; nadie puede seguir las huellas de un pájaro

autobiografía de un místico espiritualmente incorrecto
osho


demasiado tarde 
ahora que tus alas
hienden cielos cerrados

demasiado tarde  
para volver a la bandada
y su graznar unánime

demasiado tarde
ahora que la noche te cobija
en los glaciares del nadir


ONÁN

génesis 38: 7-10


por mucho que te obliguen
desobedécelos
no escuches al patriarca 
no acates las órdenes divinas
más bien toma a tu siniestra hasta dar
con las exequias de tu hermano
y deja entonces que se aclare tu día
antes de seguir a tu diestra hasta dar
con la viuda que te han destinado
entiéndeme
ella acogerá tu rijosa rebeldía
ella te gozará aunque tu simiente a tierra caiga
entiéndeme
fuera de su vientre aquello
es la lúbrica inocencia de los cielos
es el libre manar de tu más bello atributo
entiéndeme
jehová el iracundo te matará no lo dudes
mas solo será
tras el aniquilador
paroxismo de tu alma



ESCRITO ESTÁ EN MI ALMA

y escrito en mi lengua materna
oh señora
bajo tus velos
bajo tus joyas
bajo tus nombres
adorable silenciaria
noble y castiza y arrebatada
sobre mis brasas ténte en danza
y con tu liturgia embriágame
tu garcilaso vuélveme tu dilucidario
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo
encántame concubina azucena
y canta y nombra y finje y medra y enjuga y enreda
y cuanto escrebir de vos deseo
yo rezo y blasfemo yo invoco y confieso 
oh mi bastarda descastada
que tu alma—por hábito del alma misma
con mi labia y mi lefa florezca
y a tu cáliz me someta
me eleve
me lleve
me pierda



PASCALIANA

y que una vez más
me aspen si olvido
la feroz lección de una alegría idiota:
fue enorme el yerbazal del ganar la apuesta
y abrir las ventanas a concupiscencias secretas
y soplar un pífano sin tomar a pecho las rejas edénicas:
hubiera debido licuar mi sombra en aguardiente
o mis monedas más golosas en el sol del averno:
habría acallado así este deseo proficuo
esta flor que anunció luzbell
este cielo que me asperjó su azul en los atuendos
este burbujeo de ninfas soñadas
—la lección feroz de mi alegría idiota

y una vez más
que me aspen si olvido
los látigos los cálices los símbolos revueltos
el pífano soplado por aquel que perdió la apuesta
dejándome en este enorme
yerbazal desyerbado



ESCHER PRINT GALLERY

si no recibo la luz del orbe celestial recurriré a las tinieblas

virgilio


máscara de régulo / concha de mi albedrío
tinta de mis pupilas / aljibe de tahúr
sierpe de moebius /adán en bustrófedon
si se quema la nube natura no se queja
ni su tizón te tatúa / ni su moaré te viste
cópula alunada / sol machihembrado
melisma apenas / falo de cristal
ouroboros tu verba / esqueje de fribonius
y murmure mi alma
flectere si nequeo superos acheronta movebo



ALEXIPHARMACON

y qué difícil no oír los crujidos de la escoria
triturándote los sueños
y qué difícil no bajar a la noche del mal
con su ávido pulir mi cara y la tuya

y qué difícil no mancillar la poza donde caen
los sellos amorosos y la orina blasfema
y qué difícil no cribar el hollín
—la feérica lumbre del voraz atanor



SALITRE FILOSOFAL

ni los 7 orificios del ídolo
ni el corazón hinchado con edictos de plomo
ni la calabaza del estado caótico
tu poema ciernan
señor
tú que en sacrificio derrochas
noble mercurio
arcano cinabrio
alcaloides zen
espejismos del oasis:
en este pliego sin memoria
hálito se tornen
especular obsidiana
sublimado azogue



RILKEANA

ya sea tu copa de vino
o su fosforescencia fugitiva
ya sean los vocablos que te engullen
o el señuelo que en tu verbo acecha
ya sea el cárdeno el ocre el gris predicamento
o el agraz de tus yerros en cascada
ya pulas o atesores tu canto demasiado
luminosamente oscuramente dolorosamente
ya sangren tus dones o hayas orado hasta la hez
todo ello qué es si no quimera
si tu existencia es abandono y pasa
pues cantar de veras ah es otro aliento
un soplo en torno a nada
un vuelo en dios
un viento



HACIA VEGA DE LA LYRA

y es que aquí nos quedaremos aunque
le falten cobres al contrapunto
aquí en esta letanía de vísceras y ósculos
aunque nada exorcice el silencio que nos quema la boca
ni el rumor de los antepasados terribles y trémulos

y es que aquí nos quedaremos aunque
el apuntador señale a vega de la lyra para volver a los orígenes
acotando la exuberancia de los fines
con nuestras horas muertas más ricas y más vivas y más bellas
malgastadas en las fábricas de espejismos
bajo la codicia insaciable de la luz

y es que aquí nos quedaremos aunque
no cedan su oro las ruinas y sean polvo los tronos
que coronaban de azur a los poetas
aquí por mucho que nos salga un sapo por la garganta
viscoso como la mística
o nos hagan doblar la cerviz para sondear la herejía
antes de ir a los cenitales encuentros con viento en el pelo

y es que aquí nos quedaremos aunque
debamos alumbrar placentas entre acerbas rendijas
o llevar cuentas de pertinaz soledumbre o espirar
a medianoche un hálito de súcubos
renunciando a céntuplos por ocuparnos de milimétricos tesoros

y es que aquí nos quedaremos aunque
nos dancen íncubos en la frente y el voluntarioso
y sobrio animal que nos arropa vaya jaspeado de incendios
por lo abierto de la tierra
aquí aunque habitemos entre bloques y lixiviados
y nos aprieten procesiones y turbas 
o la cóncava melancolía de los posesos

y es que aquí nos quedaremos aunque
sea entre resplandores y sudarios
hostigados y contradictorios
pero amables como goznes prestos y pulidos 
y sonriendo al fin y al cabo
bajo la sal sicalíptica del óvulo postrero

y es que aquí nos quedaremos aunque
supuremos ázoe y bitumín ardientes
por las sangraduras inconfesables
o humores espinosos y ensortijados
por las inflorescencias de amores calcinantes



MISE-EN-ABÎME

cuentan mis padres
y ellos no acostumbran mentir   
que siendo yo apenas un crío
grité lloré gruñí chillé ante la pila bautismal
injurié al sacerdote 
escupí la sal pataleé cabeceé
rehusando mi crisma a su agua bendita

por mi parte recuerdo y muy bien
que ya por entonces entraba y salía del séptimo círculo
exudando grasa de jabato
exudando almizcle oropimente sal prieta
y también recuerdo
que silbé bufé barrité echando fuego
ante el bautismo de mis libros por venir
profanaciones o una hierofanía contra los cielos
ontogonías o el inferno cognoscente
el oro de las ruinas o una travesía ctónica hasta el alba numinosa
interregnum o el jaque mate al laberinto nihilista
la piel del tiempo o un trasvase de esencias lares en marmitas de jade
sacra o allende las cópulas de hierro
ámbar negro o una voluta de hipertelia en el soplo primigenio
azahar o el soliloquio en flor que viene
desde cuando fui arrastrado a mansalva
y para siempre
a la pira de mis nombres



índice

I
1 EXORDIO
2 BODEGÓN QUITEÑO
3 ESTRATAGEMA
4 PURGAMENTA
5 CÓFRADES
6 MEZCAL
7 A PINCEL «DESNUDO»
8 FALTA DE FE
9 GRADUS AD PARNASSUM

II 
10 ADVENIMIENTO
         11 NONAGENARIO
12 MATER POTESTAS
13 ELLA
14 DESPEDIDA
15 PARTE MILENA
16 TALISMÁN
17 ATENUANTES/AGRAVANTES

III 
18 AGUAJÁN
19 PARQUE DE BELLAVISTA
20 SIEGA
21 NUÉES DU PRINCE
22 SERENDIPITY
23 DEL REGIO ALBUR
24 ASIDERO
25 ONÁN           
26 ESCRITO ESTÁ EN MI ALMA 
27 PASCALIANA
28 ESCHER PRINT GALLERY
29 ALEXIPHARMACON
30 SALITRE FILOSOFAL
31 RILKEANA
32 HACIA VEGA DE LA LYRA
33 MISE-EN-ABÎME