sábado, 28 de enero de 2012

sacra





alexis naranjo





SAMAIN

O sombre fleur du sexe
éparse en l´air nocturne...

De vuelta a la ciudad,
entre la lluvia y los coches,
son esos versos viejos,
ajados, amarillos
los que en tu memoria se enredan
como música y promesa.

Juan Manuel Bonet
Café des exilés



I

Nitimur in vetitum semper cupimusque negata; sic interdictis imminet aeger aques.

Nos lanzamos siempre hacia lo prohibido y deseamos lo que se nos niega; así el enfermo acecha las aguas prohibidas.

Ovidio (3 Amores, 4, 17)



1

azarosa, inevitablemente
rememoras esto y aquello, vicisitudes, afanes
designios ocultos o visibles
mientras el año avanza hacia su fin

en el cielo de los horóscopos no advertiste
las oscuras desdichas
ni los días que sobrevinieron
            como zarpazos de tigre
ni los fulgores de un encuentro inesperado

sólo el deseo
y la más ardua duplicidad
te trajeron su presencia
ella conjurando los presagios y tú
dividido, agotado, feliz
jugando con el sacro fuego del bardo
abrasado por el procaz juego del bardo


2

en el orden de tu vida
ella siembra lo imprevisto

algarabía de signos
arrebato de supercherías
tormentas, rescates

tanta energía te hace falta para sus desafíos

tanto azar que acaba entre mieles y jadeos


3

te equivocabas al creer posible amansar
la mitad inferior de ti

ahora es aquella mitad
la que da belleza a los goces de tu espíritu


4

más de ti, que despiertas en mi sueño
más de tu sonrojo
            que es sazón de fruto prohibido
más de tu albur, que es mi recompensa

albacea del vacío
no tengo alma sino sombra
no tengo sombra sino silencio
no tengo silencio sino ansia
ansia que tu ardor enciende
silencio que en tu jadeo canta
sombra que tu desnudez ilumina
cuerpo que en tu cuerpo se vacía


5

bebe el sol de tus labios
bebe el agua de tu risa

hay trinos en mi pecho
azahares me regalas en tus senos
a tu nido me llevas
con la seda de gemidos

tengo la cabeza en el cielo
y los pies junto a los tuyos
en el sagrado magma
del comienzo de los tiempos


6

mientras de ti me separo
los ecos de los astros remontan
al vaho de tu flor

del más allá
los íntimos fantasmas
te traen sus sedosas jarras
con el rocío de otra aurora

brotas de mí como un susurro
las puertas me abres
de otro nacer
y morir


7

contemplé tanto que cegué la imagen
a diestra y siniestra seguí al monje, inútilmente
por la gloria del cuerpo
            iba yo hacia ti, amada
¿hubiese algún Buda bendecido mis hábitos?

contemplé tanto que traspasé la imagen
a diestra y siniestra vi abrirse pétalos de fervor
por la gloria del espíritu
            me aventuré en ti, amada
y los Siete Sabios del bosquecillo de bambú
libaron conmigo hasta el delirio

qué néctar manaba de ti
qué esplendor de azules epitelios


8

reíd pues demonios
comprad mis mentiras con oro rival
incienso y mirra para el lecho oculto
bajo ardientes, hechizados embozos

reíd a mandíbula batiente
que me he bautizado
con llamaradas de piel y de carne
con argumentos de intolerable hermosura

reíd
al compás de mis falos pulidos y tersos
como pistilos de nardos

oh reíd
mas dejad vuestras divinas vestimentas
entre rezo y rezo
entre coito y coito


9

aferrado a tus metamorfosis
luchabas en arduos desasimientos
en tanto giraba tu rueda
con disonantes ecos

pero hoy
con un estruendo feliz
apuras la luz sin credo
mientras salaces
los demonios bendicen
el lecho de tu amante


10

emerges de su abisal instante
aíslas el nervio de su gozo
saqueas los palacios de su aliento
prodigas sus joyas
de uno a otro cuerpo

las volubles muertes
te inundan con exquisita vehemencia
mientras los vínculos se tornan
insípida mentira

quieras tú cien veces negarla
que tantas veces ella
en su sima te abismará


11

sacra de impudicias
me redimen tus gozos de la aridez del día
urdiendo los instantes
en que estoy peligrosamente vivo
indócil, en vilo sobre tu ardor
empapado y herido
herido y restañado
            con la juventud feroz de tu risa


12

sibilinos
se encienden tus escrúpulos
abrasan, te consumen, se remansan
se tornan agua que espejea           
y entonces brillan

habrás de aceptar la sed
de quien refleja al sol
mientras se evapora


13

será tu suerte incendiar el cielo
será tu suerte ahondar la sima

mas no te aflijas, amada:
la Casa de Venus florecerá
con la pudrición de nuestros pecados

y tampoco te ocultes:
será nuestra condena devolver ese maná
a otros cielos y simas


14

agobio y éxtasis será lo nuestro

me acosas con ruegos y con besos
me atas con gestos de inocencia
me hieres con suavísimas preguntas

pero mi presencia es ya
la sombra que mi soledad reclama
como vicio
            que quema y alimenta


15

más violento que tu inmaculada maldad
el anillo del áspid sellará
mi lacónico testimonio

nos desangra aquel sol
y la ley más antigua de los hombres

saboreaba contigo
la extrañeza toda del mundo
la más voluptuosa expiación de la carne


16

¡y cómo la traición dispensa
la justicia de las máscaras!

tú y él
como tú y yo
a merced de
juramentos
            máculas
                        venenos


17

venías de tan lejos
venías sin sombra o quizá la mía
inexorable te llamaba

venías abriéndote paso
con otra fuerza, otra sabiduría, otra belleza
pero quizá mi sombra
era el desafío, el señuelo del ardor

y qué irremediable designio
te hizo llegar tan cerca, aun más cerca
acá donde mis sombras queman
en su gélido ritual


18

me perderá quien me juzgue
me alcanzará con su circo en brasas
me abrumará
con el ladrido unánime de sus perros

mas qué asombro haber repetido
hasta el hartazgo
las injurias de la verdad
las calamidades de la luz

sobre ruinas y tinieblas
la fogosa adúltera y los versos
me salvarán quizá
            de muchedumbres y mascaradas
pero sólo quedará en mi paladar
la sal untuosa de los sexos

¿y qué callaré cuando la añoranza
me colme con sus frutos?

¿y sobre qué bruma brillarán
mis candentes naderías
mis febriles yermos?


19

mas si ya nunca habrá discordia
te escucharé con el sutil oído del infante
mientras sinuosos violines rasguen la neblina
y te traigan como una sentencia del Tao
y te loen penetrándote
en la apertura sin fin de la vigilia

mas si ya nunca habrá discordia
este hálito
esta voluntad partirán al viento
como pétalos sangrantes

y en medio tú
suave alquimista
diseminándote
sobre la tempestuosa faz terrenal


II


…surgit amari aliquid

(De la fuente misma de los placeres)
surge no se qué amargura

Lucrecio, De natura rerum, libro IV, v. 1134



1

aboliste la magia:
en el laberinto de tu oído
razones en profusión

rompiste el asedio:
en el escozor de su mirada
abrasión de tu intemperie

heriste el sueño:
en el mohín de sus labios
imprecación de turbio nácar

volviste al yermo:
en el latir de tu pecho
árida lluvia recurrente


2

con qué falaz pasión
saciaste los deliquios y partiste
de razones en premuras
de premuras en excusas
de excusas en silencios

para ti
            el envés de los espejos

para ti
            la flor glacial


3

indolente
            sinuosa en tu desidia
sepulta esta querella
pero respírame
jadéame
prohíja esta máscara, tu espejo


4

en el sueño
subías al monte de topacio a tentar al alción
y al borde del abismo danzabas
antes de ser engullida por
una tempestad de luz

cuando desperté
sobre el debastado lecho
sombríos caían
los pétalos de tu flor


5

¿dices que tu silencio es transparente?

¿y qué quemante opacidad
es entonces tu respuesta?


6

secreta es tu ley
ligero tu vestido
voraz tu lengua

ardes en tálamo ajeno
aunque tus alas baten
imperiosamente solas
imperiosamente libres

y ahora sobrevuelas
para caer y zaherirme

vertiéndome
            ahíta
                        redentoramente


7

lleva, te imploro, esta sed a las cisternas
arrópame en el rielar de las desdichas
mas no ahuyentes a la loba
que en mí afila sus colmillos

en gritos insepultos abrásame
escúchame en la sangradura de los ecos


8

se ampara de mí tu enigma

simulacros y celadas
en tu cuerpo se hacen y deshacen

tu hambre de mí se alimenta

con la miel del incesto
me has cubierto
con tu copa de Leche de Virgen
me has embriagado


9

mi cuerpo en tu cuerpo
sublimación del krater
vértigo hermafrodita
báratro en asedio
hidra decapitada
templo arrasado
macula peccati
anima mundi
anima mundi


III

horridas nostrae mentis purga tenebras

limpia la horrible tiniebla de nuestra mente

Aurora Consurgens,
(tratado alquímico atribuido a Tomás de Aquino)


sero medicina paratur cum mala per longas convaluere moras

se prepara la medicina demasiado tarde, cuando la enfermedad se ha fortalecido por una larga dilación



1

en tu refugio me hieres

con los mostos de la herida me unges

aunque zozobre

aunque miel y leche se pudran

aunque nuestras bocas limpien los sexos

en una Cópula de Hierro


2

no estás
aunque bata
las puertas selladas

no estás
aunque selle
las puertas batientes


3

una sola vez volviste

sobre la fiebre

era tu sima


4

irisado polen en tu piel mi sueño esparce:
al despertarme la brisa lo dispersa

¿mas quién despliega
            lengua bífida
                        tu canto?

la vigilia me ciega
me enmudece el poema


5

en tu vientre
abismos de pureza
rescoldos de inmundicia

en tu vientre mi desangre

en la bocanada postrera
tu estigma, mi numen


6

¿tan frágil el mundo
que al despertarme
se acaba?

más fuerte tu ceniza
mi desvelo


7

fijo, aterido
velando al trasoñar
me adentro
por la cansada claridad del camino
que termina

y vacíos quedan los cuerpos
en la vaciedad de unos poemas


8

trasegada tu sombra
exhausto y vencido
hundo mis manos
en greda perversa

mas la misma helada intemperie
me vuelca
            anudado
                        demudado
                                    yerto
en los ojos de otros ojos
de otros ojos
donde yaces arrebujada
            lamia
                        vida mía


9

no fuimos los amantes exiliados
sino el exilio del amor

y nada quedará de nosotros
ni el fervoroso misterio
ni tu nombre equívoco
ni el éxtasis de una revelación
ni el postrero ahogo
ni el desdén que ensombreció los ritos
ni los mutuos espejismos
de un más allá
más allá
más allá








índice

I
            1 – 19

II
            1 – 9

III
            1 – 9




sacra:

Primera edición: Ediciones LibriMundi/Enrique Grosse-Luermen, Quito, 2005

Segunda edición: De La Lira Ediciones, 2011